viernes, 30 de octubre de 2009

Internas del pago chico

Tal vez esto que sigue solo les interese a los lugareños, pero creo que vale.
En los últimos Juegos Parapanamericanos que se disputaron hace unos días en Colombia, Carlos Sanchez, un chico de nuestro pueblo, San Manuel, ganó tres medallas de oro en atletismo. Corrió y ganó las carreras de 100, 200 y 400 metros contra chicos de su edad y mas grandes.
Todos vimos el esfuerzo que hizo en la preparación. Cada vez que salíamos a trabajar al campo, allí estaba corriendo alrededor de la pista que está pegada a la estación de servicio. A veces con Leo, el profe que lo preparó, que lo seguía atentamente. La mayoría de nosotros colaboramos para que el viaje se pudiera realizar, ya que no tuvo otro apoyo.
Volvió al pueblo seguido por una larga y alegre caravana. Y hasta ahí todo fiesta.
Esta semana salió una nota en un diario de Necochea, mandada por gente de Lobería, la ciudad cabecera del Partido al cual pertenece San Manuel, donde titulan: "Atleta loberense gana tres medallas de oro en juegos parapanamericanos". Y en el desarrollo de la nota no hay una sola mención a San Manuel, el verdadero origen de Carlitos, ni al profe que lo entrenó, ni a la gente que hizo posible su participación. Hasta aparece en una foto con un profesor de Lobería que nada tuvo que ver.
Digo yo, y a título personal. Si Lezama puede llegar a independizarse de Chascomus... ¿Porqué no podrá San Manuel ser también independiente? Es un gran pueblo. Tiene muy buenos campos y buena minería, gente con visión de futuro y mucho empuje, y sin embargo hay que pasar situaciones como la cuento demasiado seguido.

miércoles, 28 de octubre de 2009

¿Quien pudo hacer esto?


¿Vieron que abunda la porquería? ¿Que hay un mal escribir que copia al mal hablar? ¿Que son tan repetidos los errores en el manejo del lenguaje y en el uso de las palabras que a veces nos hacen dudar?
A los que lo notan les vendrá bien leer algo como lo que sigue, donde todo parece ser tan justo y preciso que nada falta ni sobra. Leanlo despacio y notarán que es como música sin tener notas o como un poema sin tener rima. ¿Sabe alguno quien lo escribió?

Los Justos

Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

martes, 27 de octubre de 2009

Lugano y Alicia. El encuentro

Les contaba antes que...

En el último año, Alicia había perdido a su padre, cambió de vida, y ahora tenía a su hermana desaparecida y a su madre que corría detras de ella. Solo le quedaba Lugano...
Así que decidió buscarlo. Empezó por la estancia "El Totoral". Habló por teléfono con el nuevo encargado pero allí no tenían noticias de Lugano desde que reapareciera despues de su aventura en la selva. Llamó a la policía de Corrientes y solo pudieron darle algunos datos de su familia en Gonzalez Chavez. Cuando se comunicó con la mamá no pudo contener la emoción y se largó a llorar en el teléfono, mientras ella le contaba de los últimos movimientos de Lugano. Supo así que estaba en San Manuel, un pequeño pueblo de la Provincia de Buenos Aires. Compró un mapa y estudió en detalle la forma de llegar.
Por fin partió a la aventura de encontrar al único que le quedaba de un pasado cercano en el que había sido tan feliz. Manejó tres días seguidos hasta que llegó a la veterinaria y habló con Natalia. Cuando supo que andabamos trabajando en el campo decidió hacer tiempo y se fué hasta el club para esperar que volvieramos. Contaba despues que al entrar sintió que era el centro de atención de un montón de hombres que jugaban al mus mientras tomaban el infaltable Gancia.
Comió algo y despues de mediodía volvió a la veterinaria y nos encontró. En realidad al único que pareció encontrar fué a Lugano. Y él a ella. Se abrazaron muy fuerte mientras se hablaban despacio en el oído. Con Natalia preferimos irnos a la cocina a preparar el mate mientras terminaba el emocionado encuentro.
Al rato entraron de la mano. Estaban radiantes. Recién ahí Lugano me la presentó y a las atropelladas me hablaron de los meses que pasaron juntos en El Totoral, y de como se gustaron mutuamente desde el primer momento.
Y la vida de Lugano cambió. Alicia se instaló con él en el sucucho y se hicieron inseparables. Salíamos al campo los tres. Lugano era otro. Recuperó la energía, el buen humor contagioso y las ganas de trabajar que tenía cuando lo conocí. Alicia hacía todo lo posible por ayudar, y al ser muchacha de campo, la verdad es que se desempeñaba bien en la manga.
Así se pasaron dos o tres meses hasta que una mañana, mientras tomabamos mate y esperábamos que ella se uniera al equipo para salir al campo, Lugano me dió la noticia: ¡Alicia estaba embarazada!

Continuará

lunes, 26 de octubre de 2009

¡A la pelota!

Una vidente es seguidora de este blog.
Si no lo creen vean el comentario de Andrea despues de la nota "Se aprovechan de mi nobleza".
Ayer pensé en preguntarle como me vá a ir esta semana, pero me dió un poco de impresión la idea de que me pronostique algo malo, porque así como alcanzó a ver el gol de Palermo, erró con lo del triunfo de Boca... ¡En fin! Mejor la dejo ahí

domingo, 25 de octubre de 2009

Las vacas y un secretario

Milka porque era muy perezosa, y Aurora por su avanzada edad, habían preferido tirarse al sol a rumiar en ese día caluroso. Veían a sus terneros correr y retozar envueltos en la reverberación que produce el calor sobre el campo. De pronto llegó Clara en un trotecito piolón y las saludó: -¿Como andan? ¿Tomando sol?-
-¡Muunsee!- Dijo Aurora y Milka ni contestó empeñada en triturar un pedazo de cardo regurgitado.
-¿A que no saben?- Preguntó Clara, siempre curiosa y ávida de noticias e informaciones.
-¿Que pasó?- Dijo Aurora
-¡Que vamos a desaparecer del país!-
-¿Qué?- Saltó Milka, y el pedazo de cardo se le clavó en la garganta
-¡Ah! Yo sabía que esto les iba a picar- Contestó Clara riendose con risa vacuna.
-¡No! ¡Dale! ¡No seas tonta! ¡Contanos!- La apuró Milka, mientras Aurora se paraba de golpe, electrizada con la novedad que traía la amiga.
-Lo que pasa- Explicó Clara -Es que hace un rato hablaban el ingeniero y el veterinario...-
-¡Ay! No me hagas acordar del veterinario- Interrumpió Milka entrecerrando los ojos mientras recordaba el día del tacto.
-¡Callate idiota!- La amonestó Aurora -¡Seguí Clara! Esta tonta siempre esta en las nubes-
-Lo que pasa, decían ellos, es que hay un tipo que no se como se llama, que es secretario de no sé que cosa...-
-¡Pero al final no sabés nada!-
-¡Si sé! Pero es que hablaban muy bajo y como yo soy medio sorda, no oí bien los detalles. ¡Bueno! Este tipo ha hecho tantas, pero tantas macanas con el comercio de nosotras las vacas y de nuestros parientes, que los productores de a poco nos van queriendo cada vez menos. Calculaban que en unos años mas nos terminaremos-
A Milka se le caían las lágrimas pensando en lo que contaba Clara.
¡Ah! Encima decían que en el país van a comer carne de nuestras asquerosas hermanas brasileras, y que allá hay tres veces mas vacas que hace treinta años, y no sé cuantas otras cosas horribles.
¡Estamos jodidas! Dijo Aurora
¡Ajá! Afirmó Clara
Y Milka no dijo nada porque las lágrimas le habían inundado el morro y ya no podía hablar.

viernes, 23 de octubre de 2009

Se aprovechan de mi nobleza

¡Y sí! Es el mejor título posible para esto que me pasó hace muchos años.
Yo era bastante nuevo en la zona y Oscar, un mecánico del pueblo, me pidió que le castrara un chancho padrillo. Lo tenía en el campo de su "socio", con el que habían comprado a medias ese animal para carnearlo entre las dos familias.
Allá fuí en mi viejo Falcon. Cuando llegué, me encontré a Miguel, el socio en cuestión, terminando de dar una mano de rastra a un potrerito de unas diez hectareas. Desde el alambrado me dijo que el padrillo estaba en el chiquero.
-¡Allá!- Indicó, señalando con el dedo un lugar como a 500 metros de la casa -Pero tené cuidado porque está con un capón que es bastante malo-
-¡No hay problema!- Contesté, y salí para el chiquero pensando que él iba a venir detras mío. Llegué, me cambié, preparé las sogas y el instrumental, y ví que Miguel se acercaba a la casa en el tractor. ¡Ah! Ahora vá a venir, calculé ¡Voy a ir adelantando algo!
Cuando me asomé al chiquero, me encontré con que el padrillo pesaría unos 200 kg y el capón otro tanto, y además, tenía unos colmillos de unos 15 cm asomando peligrosamente de su trompa (en realidad la trompa de los cerdos se llama jeta, pero no me animé a poner palabra tan grosera en estos tiempos maradonianos). El centro del chiquero era un pozo con agua donde los animales se daban sus baños de barro.
Miré otra vez para atras y Miguel estaba parado en la tranquera de la casa, tal vez mirando lo que yo hacía.
¿Será posible que este bolas no venga a ayudarme? Fué lo último que pensé antes de entrar. Por las dudas llevaba el lazo en una mano y un palo grueso en la otra. El capón se me vino al humo enseguida gruñendo feo y, en cuanto estuvo a tiro, le pegué con el palo en la cabeza para hacerle entender que no tenía que jorobar mucho. Parece mentira lo inteligentes que son los chanchos, porque siguió rezongando pero ya a cierta distancia. Y empecé a tratar de enlazar al padrillo. El bandido daba vueltas por la lagunita y yo le tiraba desde el otro lado hasta que lo pude tomar "a media espalda". La bestia empezó a gritar y saltar, el capón me hizo otra atropellada, y en el esfuerzo por pegarle y tener el lazo, me metí en el charco que me llegaba hasta las rodillas.
Ahora sí, puteando decididamente contra Miguel y parte de su inocente familia, se me calentó la sangre y con muchísimo trabajo pude terminar de castrar al puerco. La hazaña me llevó como una hora, me dejó cansado y lleno de barro, pero ahora, cada vez que lo recuerdo, agradezco que todo este asunto me ayudara a conocer que hay gente inútil y estúpida aún en el medio del campo.
¡Ah! Y en venganza, cuando me fuí, pasé en el auto al lado de Miguel, todavía parado en la tranquera y ni lo saludé. ¡Nó! ¡Si cuando me caliento soy fatal!

martes, 20 de octubre de 2009

Día de lluvia y sangre

Esta foto no tiene nada que ver con el relato que sigue, pero el asado estuvo muy bueno.
Teníamos que hacer tacto a unas 400 vacas en la manga de Luro. Julio, el encargado, hombre enérgico y muy organizado, ya tenía todo encerrado para cuando llegué. Estaba también Dardo, un entrerriano voluntarioso y bonachón. Todos los años hacíamos ese trabajo entre los tres y las rutinas se cumplían. Dardo echaba vacas en los corrales y las hacía desfilar sin pausa. El solo con un perro. Yo hacía el tacto y cortaba la cola a las vacías, y Julio agarraba en el cepo, boqueaba y despuntaba la oreja a las viejas. Nunca tardábamos mas de dos horas y media.
El día estaba muy nublado, pesado, con presagios de tormenta fuerte. Me acuerdo que antes de empezar hablamos del clima y quedamos en largarnos a trabajar y despues ir viendo. Y empezamos con el ritmo acostumbrado, charlando de mil cosas, mientras las vacas pasaban en una caravana interminable. Ya habríamos hecho unas 150 cuando cayeron las primeras gotas.
-¿Que hacemos?- Le pregunté a Julio
-¡Lo que usté quiera Jorge! Me dijo -Por mí seguimos. Total no tenemos el lomo de azucar ¿Nó?- Y se rió
-¡Y bueno! ¡Ya tendremos tiempo de secarnos!- Contesté. Dardo no dijo nada.
Y las gotas suaves se hicieron mas fuertes, y en una hora estaba lloviendo a mares. Nos faltaban como 100 vacas pero ya estabamos en mitad del río y había que meterle. Casi no hablabamos, en parte por el disgusto, y en parte porque el ruido de la lluvia y los truenos eran fatales.
Julio se inclinó a boquear aquella vaca y cuando vió que casi no tenía dientes, agarró el cuchillo para despuntarle la oreja. Justo que iba a cortar, la vaca giró la cabeza arrastrando la mano de Julio, y la filosa cuchilla le corrió entre los dedos.
-¡A la puta que lo parió! Dijo rabioso, y se agarró la mano herida contra las bombachas mojadas, mientras caía el chorro de sangre.
-¡Dejamos Julio!- Le dije
-¡Nó! Espere un cachito que me acomode- Se sacó el pañuelo del cuello y se envolvió la mano apretandolo bien fuerte.
-¡Ahora sí!- Dijo contento. Yo seguí haciendo el tacto y cortando también las orejas. Al terminar el trabajo había sangre por todos lados y nosotros tres calados hasta los huesos.
Lo lindo de estos días es que despues uno se dá un baño caliente, se pone ropa seca y los mates que se toma, parecen mas ricos que nunca.

lunes, 19 de octubre de 2009

Las Barragan y Lugano

Les contaba antes de la llegada a la veterinaria de una chica aparentemente enferma y la historia iba por acá...
La visitante estuvo a punto de largarse a llorar pero se contuvo. Dijo que volvería a la tarde. Que se llamaba Alicia Barragán, y que si el chico era Lugano la esperara porque le tenía que hablar.
Despues que muriera Luciano Barragán en el accidente con Lugano, la mamá de Alicia y las dos hermanas se fueron a vivir a Corrientes capital, donde la señora tenía una prima y una tía vieja. Se instalaron en la casa de la prima y las chicas empezaron a estudiar magisterio en el Instituto Recavarren. Allí se enteraron de la aparición de Lugano despues de varios meses en la selva y el asunto fué motivo de charlas en la casa durante algunos días. Marina ya tenía novio, pero Alicia estaba enamorada del doctorcito desde el día que lo conoció en "El Totoral".
Ese 3 de abril de 2003, las chicas madrugaron, desayunaron con la familia y salieron caminando para el Instituto. Solo eran 10 cuadras, y a esa hora, andaba poca gente por la calle. El Peugeot rojo apareció de pronto detras de ellas y frenó con violencia contra el cordón. Se bajaron tres tipos y agarraron a las chicas tratando de meterlas en el auto. A Marina la tiraron del pelo y de un empujón la arrojaron en el asiento trasero. Alicia se defendió como una loba y empezó a patear, morder y gritar hasta que de repente se abrió el portón de una casa, y al salir dos hombres, los tipos del auto se subieron a la carrera y acelerando, se perdieron en la primer esquina. Alicia estaba destrozada. Nunca había vivido tanta violencia. Y menos en su infancia y adolescencia en el campo. Todo pasó demasiado rápido. Se sentía descompuesta y sin fuerzas. Solo pensaba en Marina.
Pronto la noticia se divulgó, y en unos minutos, un movil de la radio y dos patrulleros de la policia estaban en el lugar. Alicia no podía dar señas del auto ni de los hombres que las atacaron. Se descargaba en un llanto interminable.
Cuando la madre se enteró, empezó una búsqueda tenaz de Marina. La policía pensaba que había sido secuestrada por una red de tratantes de blancas que luego las llevaban a Paraguay. Creyó enloquecer.
Una mañana, Alicia se despertó y al entrar a la cocina, encontró una nota de su madre. Se había ido a Paraguay a tratar de encontrar a Marina. No sabía como, pero la iba a buscar. El golpe fué demasiado grande para Alicia. En el último año había perdido a su padre y había cambiado de vida; y ahora, tenía a su hermana desaparecida y a su madre que corría detras de ella. Solo le quedaba Lugano...
Continuará


sábado, 17 de octubre de 2009

¿Como puede ser?

Atención!!! Si es un ser especialmente sensible e impresionable pase de largo estas imágenes



-¿Como puede ser dotor?- (siempre los animales prefieren decir dotor y no doctor) Preguntaba esta vaca mientras yo la operaba.
La anestesia local hacía que luciera tranquila y relajada. En cuanto la ví, y sabiendo que se nos venía el verano, y la posibilidad de las miiasis (bicheras) en la lesión, decidí operarla.
-¿Como puede ser que me salga un cancer así si yo no hago ninguna de las cosas que ustedes dicen que provocan el cancer?-
-¿Como?- Dije yo y la miré fijamente al ojo sano. Por las dudas le hablé en voz baja para que nadie pensara que estoy loco.
-¡Y claro!- Contestó -Hace poco estaba en el corral al lado del galpón, y escuche en la radio del mensual que hay cosas bravas para esto. Decían que usar el celular es jodido, que tomar coca light es recontracancerígeno, que unos miles de tazas de café también dan cancer, que un líquido de los transformadores de luz es muy peligroso-...
-¡Aja! ¿Y que mas?- Le pregunté divertido mientras cortaba y sacaba tejidos enfermos-
-Y decían que fumar es perjudicial, que las comidas picantes son predisponentes, que montones de cosas mas terminan en un tumor y...
-¡Bueno! ¡Ya vés!- Le dije sin pensarlo mucho -También habrá que creer en eso de que: Al que le toca le toca ¿Nó?-
-Déjeme de joder dotor. Entonces yo estoy meada por los toros-
-¡No te creas! Agradecé que caíste en buenas manos- Y me empecé a reir con el chiste pavo.
-¡A sí! Usté se caga de risa pero yo tengo que quedarme sin un ojo-
-¡Y si no tenés que leer ni manejar! La conformé
-¡Es cierto! Pensándolo bien tengo bastante suerte- y se quedó callada meditando.
Terminé el trabajo. Guardé el instrumental y me volví en la camioneta para el pueblo. Despues de todo creo que es cómodo tener tan pocas entendederas, sinó, esta pobre vaca hubiera sido candidata a la terapia sicológica para superar el trauma de la pérdida del ojo.



martes, 13 de octubre de 2009

Cuerpos extraños


En la primera foto estamos buscando en el retículo y el fondo del rumen, en la segunda los ayudantes se ven felices con el hallazgo de varios alambres, y en la última, la vaca mira agradecida


Sucede a veces que las vacas se comen cosas de lo mas raras. Pueden ser alambres, huesos, palos, bolsas plásticas, hilos de eléctrico y hasta pilas Eveready (perdón por la propaganda) o llaveros enteros con varias llaves como he encontrado.
Si uno alcanza a descubrirlo a tiempo hay que abrir una ventana en el flanco del animal y meter la mano hasta encontrar el molesto objeto. Es una operación simple que las interesadas agradecen mucho.

domingo, 11 de octubre de 2009

Las vacas mas famosas

Y como lo único que no se junta son las montañas, ocurrió un día que se encontraron en el mismo campo las tres vacas mas famosas de la Argentina.
Un conocido ganadero, bastante cholulo él, removió cielo y tierra para poder tenerlas en su campo. Las tres estaban paridas, así que eso, sumado a su fama, hizo que las tuviera que pagar una fortuna. Pero como los gustos hay que dárselos en vida, el tipo le metió.
Llegó primero la vaca Aurora, una vieja lechera con toda la energía y la fuerza de una luchadora de mil batallas. Con años y descendencia a cuestas, supe ahí que una de sus hijas fué la que empezó con los caramelos Mu-Mu.
A los dos días, de un moderno chasis blanco, descargaron a la vaca estudiosa, que se llama Clara, cosa que no sabía, y a la bonachona vaca de la propaganda de Milka.
Yo ese mismo día tenía que castrar unos terneros que estaban encerrados en otro corral de esa manga, así que mientras trabajaba, paré la oreja y las sentí conversar de lo mas animadas de...¡Bueyes perdidos! (ja ja... es una broma). La estudiosa Clara, la mas charlatana quizá por su formación, les contó a las otras que después de terminar el primario en Humahuaca, se fué a hacer la secundaria a Córdoba, y que después, por una cuestión de no sé que reglamentos no pudo cursar Agronomía en la Facultad. De todas maneras, nunca dejó de leer, aunque ahora le cuesta un poco porque no vé bien, y no consigue anteojos bovinos para corregir su astigmatismo senil.
Milka, una overa violeta con un corazón dulce y bondadoso como el chocolate, la miraba con cara bobalicona. De golpe le dijo: -¿Y por qué quisiste estudiar? Si es sabido que cuanto mas sabés más sufrís ¿No es mejor ser como yo, que lo único que me preocupa es estar linda para las fotos, y mi querido ternero hasta que me lo desteten? A propósito ¿Vieron que lindo és? Igualito al papá, el gran campeón de Palermo-
A la pobre Aurora, ver vacas tan estúpidas le hacía hervir la sangre, y aunque no pudo estudiar, se daba cuenta que lo de Clara tenía mucho mas mérito que lo de la pobre modelo Milka. Yo notaba de lejos que se mordía la lengua para no insultarla, porque miraba para otro lado haciéndose la distraída.
Y Milka dale que dale destacando las bondades de la estupidez, hasta que de pronto las otras dos no aguantaron mas y la agarraron a topazos y empujones mientras le gritaban que era una inútil, que con vacas como ella, que no entendían nada, lo mas probable era que nunca pudieran librarse de la tiranía de los humanos.
Tanto me gustó esa charla que le pedí permiso al dueño para irme un día hasta el campo solo para oírlas discutir. El tipo, complacido por ser el dueño de las tres damas, me contestó que fuera nomás y que si quería escribir algo sobre ellas, él no tendría problemas en que lo publique... ¡Cosas de la fama y el cholulismo!

viernes, 9 de octubre de 2009

Ley K de Medios

Vean que prepotencia
(en el cartel dice... ojo viscacha envenena)

Hoy se vota la ley K de medios en el Senado, y como ya está todo acomodadito, seguramente vá a salir. No he leído los 200 artículos de la misma, pero tal vez haya alguno que termine con el infame monopolio informativo de alambrado que se vé en la foto.
¿Que se cree el señor que escribió el cartel, para abusar de este espacio, y ser el único que se expresa en todo el campo?
¿No se dá cuenta que la democracia exige que todos participemos?
Seguro que ahora, en el término de un año, vá a tener que vender parte de ese espacio alámbrico, y entonces sí, las ONG defensoras de las vizcachas podrán protestar libremente contra los envenenadores.
Que se prepare este monopolizador de espacios audiovisuales. El peso de la ley le caerá encima con todo su rigor.
¡Tomá!

jueves, 8 de octubre de 2009

La culebrilla y yo

Acá se los vé a Juliana y al sapo haciendo su trabajo

Todos hemos oído hablar de la famosa culebrilla. De lo brava que es esa enfermedad, que si se toca la cabeza con la cola te morís, y un montón de cosas parecidas.
Yo la tuve hace poco.
Salí un día temprano para hacer la necropsia a una enorme vaca careta. Lloviznaba y me puse a trabajar en eso. Estaba solo porque los dos mensuales andaban recorriendo en otra punta del campo. De golpe me dió un mareo fortísimo y me tuve que apoyar sobre la occisa, porque sinó, me caía de cabeza dentro de su panza. Así empezó. Los dos días siguientes me los pasé en cama con un dolor enorme en todo el cuerpo. En eso estaba, cuando me llamó un cliente, pastor evangélico y con aires de curador, para que le viera un ternero. Le dije que estaba enfermo y que en cuanto me recuperara iba.
Al tercer día me fuí a Tandil para consultar un médico. En cuanto me saqué la camisa el galeno, un hombre grande y muy buen clínico, dijo: -¡Pero esto es un herpes zooster! ¡La famosa culebrilla! ¿No viste esta lesión?- Y me mostraba algunos granitos amontonados en parte del torax y la espalda. -¡La verdad es que no la conocía!- Contesté
Enseguida me recetó un montón de eficaces medicinas para eliminar a la bandida y me tranquilizó diciendo que en 8 o 10 días estaría dominada. Volví a San Manuel acordándome de la famosa cura campera, frotando las lesiones con la panza de un sapo y pensé en probarla ¿Por qué no?
Al día siguiente, y con la ayuda de Juli, la panza del batracio fué prolijamente aplicada a mi persona. Milagrosamente, aunque piensen que no puede ser... ¡A las 8 horas estaba curado! Se los juro haciendo una cruz con los dedos. Esa misma tarde me fuí a trabajar al campo de lo mas contento.
Lo grande es que al día siguiente llegué a lo del del pastor a revisar su ternero. En cuanto me vió, sin darme tiempo a contarle de mi recuperación, dijo: -¿Vos tenés la culebrilla, Nó?-
-¡Sí!-
¿Crees en Dios?-
-¡Y sí!- Contesté sumiso.
Y ahí nomás se paró a mi costado, me puso una mano en el pecho y otra en la espalda, y mirando al cielo comenzó una especie de charla con el Altísimo. Casi largo la risa cuando en un momento lo apretó un poquito al Barba diciendo... -¡Y te pido también Señor que este hombre esté curado para las siete de la mañana!-
-¡Listo!- Terminó -Decí Amén-
¡Amén! Le contesté temiendo que se enojara alguno. Y no me animé a contarle todo lo del sapo para no herir su orgullo.

martes, 6 de octubre de 2009

Trabajando de carpintero

Despues de muchos años volví al oficio haciendo varias cunas.
Esta es la de mi hijo Lorenzo.

Promediaba tercer año de la Facultad y decidimos casarnos con Lily. Ganas de salir adelante sobraban, pero eso quedaba para el futuro. En ese momento era urgente conseguir algún trabajo estable como para mantener la nueva familia.
Había hecho varios tareas. Desde tractorista a cobrador de cuotas de la biblioteca de Necochea, pasando por vendedor de publicidad, empleado en una caso de juegos electrónicos y cosas de lo mas diversas.
Con toda decisión fuí a hablar con el Decano de veterinaria, y sin dudarlo, le pedí trabajo.
-¿Que sabe hacer?- Me preguntó
-¡Y! Un poco de todo- Le dije y empecé a enumerar mis habilidades.
-¿Y de carpintería sabe algo?-
-¡Sí! ¡También!-Aseguré en un ataque de temeridad, ya que aunque era un tipo capaz con las manos, nunca había trabajado de carpintero. Solo manualidades en el secundario.
-¡Que bien!- Me dijo -Nos hace falta un carpintero para hacer varias cosas en los pabellones nuevos de la chacra ¿Que le parece si nos encontramos mañana y vemos por donde empezar?-
-¡Barbaro! Mañana estoy ahí-
Salí de la Facultad muy contento. Siempre fuí muy optimista y lo sigo siendo. No me acuerdo de haber estado preocupado por lo que me esperaba. Tal vez sea un estado de inconciencia fatal. Antes de avisarle a Lily de mi nuevo trabajo pasé por la librería Tupac Amarú y me compré un librito que se llamaba "Como hacer carpintería". Esa noche me lo devoré y al día siguiente, lleno de conocimientos sobre el oficio, pasé por la ferretería, me armé de un metro y un lapiz de carpintero, y enfilé en mi bicicleta para la chacra.
Esa misma mañana nos arreglamos. Lo primero que hice fué una cajonera con seis cajones, que estuvo allí mas de 15 años hasta que reemplazaron todo por mobiliario nuevo. Cada vez que la veía me parecía un símbolo de aquellos años.
Aunque parezca mentira, de a poco fuí aprendiendo el oficio, y terminé la Facultad con un pequeño taller instalado, y trabajando bastante con la madera.
Ya saben que también me gusta mucho la cirugía, así que imaginen mi emoción cuando un día cualquiera, el querido Dr. René Favaloro, hablando en una entrevista, aseguró que lo mejor que le puede pasar a un cirujano es haber sido antes carpintero, porque trabajar la madera le dá la fuerza y la destreza justa en las manos para ser bueno en la cirugía.
Me miré las manos y me quedé pensando en los caminitos de la vida.

lunes, 5 de octubre de 2009

Mi primera cesárea


Y me vine al pueblo, recién recibido, en enero de 1982. Lleno de energía y sueños. Con una pequeña y linda familia al lado. La historia de como caí en San Manuel bien merece ser contada otro día, porque muestra como los caminos de la vida nos llevan a veces por lugares insospechados.
Ya llevaba dos semanas acá. Conociendo gente y habiendo hecho algunos trabajos mínimos. Una tarde calurosa de ese mismo enero llegó a verme el empleado de la otra veterinaria del pueblo. Venía a avisarme que fuera al campo "La María" por un parto de... ¡Una yegua!
Yo solo había visto hacer cesáreas a mi padre y alguna en la Facultad, pero jamas había hecho una solo. Y encima me tocaba en una yegua con las dificultades enormes que implica. Emocionado hasta la médula cargué todo en el viejo Citroen y acompañado por Jorge salimos para el campo. En el camino repasé mentalmente unas cuantas veces las cosas que podría llegar a encontrar.
Era una hermosa yegua alazana tostada. El potrillo solo presentaba las manos en el canal vaginal y apenas se alcanzaba a palpar el principio del cuello completamente desviado hacia la parte delantera de la yegua. Además, las furiosas contracciones de la madre no dejaban mucho por hacer. Mientras tocaba pensaba en como hacer para sacar esa cría. Por fin me resigné y les dije a los presentes: -¡No hay caso! Vamos a tener que hacer una cesárea-
¡Que trabajo! Corté, separé tejidos, saqué el potrillo ya muerto y suturé todas las capas hasta el último punto en piel. Mucho me ayudó la práctica de cirugía que había tenido como ayudante de fisiología en la Facultad, porque la verdad es que el trabajo salió bastante bien.
Cuando terminamos y la yegua se paró toda sudada, Jorge se reía contento y me decía que seguro que se salvaba. Volvimos al pueblo con el ánimo por las nubes.
Al otro día llamé a primera hora al campo. Ansioso. Deseando lo mejor. Pero me dijeron que la yegua se había muerto hacía un rato.
¡La pelota! Cuantas emociones juntas. Apenas tenía experiencia en esos trabajos y ya me topaba con la muerte. De todas maneras, esa gente quedó muy contenta con lo que había hecho, y desde entonces tuve trabajo en esa estancia.

domingo, 4 de octubre de 2009

El potaje de Pirincho


Esa tarde tenía que hacer tacto a unas 400 vacas en el campo de Ayacucho y Bernardo, el encargado, quedó en pasarme a buscar después de almorzar.
Cayó cerca de la una. Cargué el mameluco, botas de goma, balde, cuchillo, guantes, algo mínimo de instrumental por cualquier emergencia, y salimos charlando de lo mas campantes. Era un día de calor y con bastante viento. Cuando tomamos la ruta 29 empezó el baile. El primer desarreglo fué en el momento en que el viejo Bernardo, se mando tremendo y nauseabundo eructo mientras se acariciaba la panza. Por suerte, él mismo abrió la ventanilla, ya que a mí me daba un poco de verguenza ajena.
-¡Que lo tiró!- Me dijo -El potaje de Pirincho no me cayó muy bien-
Pirincho es un buen cocinero de la localidad, que por aquellos días, había abierto un pequeño restaurant que trabajaba bastante, sobre todo con los viajantes de comercio que llegaban al pueblo en días de semana.
Habríamos hecho otros 10 km, y de pronto Bernardo paró la camioneta y se bajó corriendo hasta unas plantitas. Como soy medio despierto, me dí cuenta enseguida que iba al baño. Al rato volvió también corriendo y arreglandose la faja.
-¡Ahora sí! ¡Se conoce que comí mucho!-
Llegamos al campo. La hacienda estaba encerrada, así que despues de los saludos y preparativos, empezamos el trabajo. El viejo Bernardo al cepo. Al agacharse haciendo fuerza para agarrar una de las primeras vacas, se tiró un pedo tan fuerte que lo oyó hasta el hombre que ayudaba echando animales, allá atras en el huevo de la manga. Yo me dí vuelta y nos miramos con ganas de reirnos, pero nos quedamos quietitos como para no molestar al doliente. Se vé que el viento venía con premio porque Bernardo dijo: -¡Ya vengo!- Y salió corriendo otra vez..
Y así se fué pasando la tarde, amenizada con seis corridas mas del afectado, bien contadas por todos los presentes.
La cosa fué que al terminar el trabajo, fuí hasta la camioneta para cambiarme y ahí el tipo me gritó: -¡Guarda dotor con lo que pisa!- Y entonces lo ví. Atras de la camioneta había siete churretes como de ternero guacho, coronados con un pedazo de papel higiénico cada uno.
¡Se vé que el potaje venía bien fuerte!

sábado, 3 de octubre de 2009

Día de potros


Mario se vino en un galope con las yeguas y los potros hasta la manga. Entraron agitados. Crines al viento. Haciendo retumbar el suelo con sus vasos.
El gateado y el overo venían conversando.
-¡Linda mañana! ¿Nó?-
-¡Sí! ¡Muy buena! Justo anoche me quedé un rato mirando la luna en menguante y comiendo algo de pasto, hasta que me dormí parado. Me desperté hoy con este día bárbaro-
-¿Que estarán por hacer que nos traen a todos para acá?-
-¡No sé! ¿Pero viste que las viejas están medio loquitas? Seguro que presienten algo-
Entonces la gente apartó a los potrillos machos del resto, y los metió en la manga. El gateado y el overo entraron primeros. Eran los mas enérgicos. De golpe sintieron que algo venía torcido. El hombre se acercó despacio y le metió al gateado la armada en el cogote. El potro pateó un poco, pero se dió cuenta que era inutil hacer mucha fuerza así que esperó. De golpe abrieron el cepo y lo largaron. Salió corriendo hasta que sintió el tirón y quedó de frente al palo alto que la gente llamaba palenque. El veterinario se le vino y habilmente le pasó unas sogas alrededor del cuerpo. Despues tiraron con suavidad y sintió que se caía. El corazón le saltaba en el pecho. Relinchó llamando al resto y solo el overo le contestó algo. El resto miraba en silencio.
Cuando sintió el frío del bisturí intento moverse pero no podía. Por suerte todo fué muy rápido. Le dieron algunas inyecciones y despues lo desmanearon. Se paró un poco mareado y se movió para ver si estaba entero. Despues corrió hacia el resto de la manada.
A la pasada le gritó a su amigo, el overo, que al final no era tan bravo el asunto.
Ese día hubo que capar 5 potros.
Al terminar se largaron al campo y se los hizo trotar un rato para asegurarse de que no hubiera complicaciones.

El hombre y el teléfono

  Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...