sábado, 26 de mayo de 2012

La trampa

Corté un pastito seco y me lo llevé a la boca. Es una buena costumbre en el campo. Uno va jugando con el tallito entre los labios, dando mordiscos chicos, y sacando un jugo especial, mientras piensa tranquilamente en cualquier cosa.

Ese día estaba esperando que me abrieran la tranquera del fondo, para entrar en la estancia “El Amancay”. El encargado avisó que venía en camino. Se le había complicado la mañana, así que me encontré con un buen rato vacío por delante. Era la primera hora de la tarde y solamente se oía el aleteo de las moscas y el zumbido de algunas abejas que andaban pecoreando. Recién terminaba de almorzar unos buenos tallarines con tuco y tomarme algún tintillo, así que sentía la dulce modorra siestera.

Me acomodé entre unos pajonales buscando que el solcito me diera bien de lleno y en las dos luces del sueño lo vi. Justo atrás del alambrado, y disimulado entre los cardos, me topé con los dos ojos que me miraban fijos. Una enorme panterita, como llaman en el campo al gato montés negro, se había estacionado a prudencial distancia y me estudiaba. Me quedé quietito y le hablé:

-¿Cómo andás hermano?- Pero el bicho no me contestó, ni se movió, ni pestañeo siquiera. Yo insistí:

-¿Andás alunado que no contestas? ¿O no me conocés? ¡Soy Spinelli!- Ahí sí pareció cambiar la cara y con voz panteril me dijo:

-¡Me parecía que era usté dotor pero no me quise jugar! ¡Vio como somos de desconfiados los gatos!-

Yo seguía sin moverme para no asustarlo, y le dije que se arrimara a charlar un rato. Entonces, cuando se vino y quedó mas cerca, pude ver algo asombroso. La pata de atrás, del lado zurdo, era como una muletita de hueso. Desde la mitad de arriba y hasta las uñas, no tenía ni piel ni músculos, solo el blanco grisáceo del esqueleto y los ligamentos y tendones amarillentos.

-¿Y eso? Pregunté asombrado ¿Qué te pasó?-

-Esto me lo hizo una trampa para zorros que me puso el viejo Menéndez. Me arrimé una noche a robarle algún pollito, como hacía bien seguido, pero el viejo bandido me había puesto la trampa, frotada con carne y grasa para que yo no sintiera el olor, y caí como un estúpido. Quedé agarrado toda la noche hasta que, cuando salió el sol, lo vi venir con un palo y con las ganas de dármelo por la cabeza. Me puse loco y empecé a tirar con todas mis fuerzas, hasta que sentí que parte de la pata se me desprendía y pude escapar. Corrí sin parar como una hora y cuando se me pasó el susto, me di cuenta que había dejado un pedazo mío agarrado en esa trampa ¡Pero por lo menos me salvé!-

-¿Y cómo te curaste?-

-¡Solo! Estuve tratando de encontrarlo a usté, pero me dijeron que no viene muy seguido por “El Amancay”, así que me armé de paciencia y fui limpiando con cuidado mis huesitos, hasta que me curé y quedé así-

-¡Lo que es la naturaleza!- Dije yo

-Aja- Dijo él y se despidió porque ya llegaba Menéndez para abrir el candado.





jueves, 24 de mayo de 2012

Babas del Diablo

Las babas del diablo son esos filamentos largos, blancos y pegajosos, que vuelan arrastrados por el viento, hasta que encuentran un alambrado, una planta o alguna piedra donde estaquearse.

Ayer y anteayer aparecieron por todos lados, y se dice que atrás de ellos se viene un aguacero.

-¡Que lo tiró dotor! ¿Vio como se llenó de esta porquería?- Dijo Guzmán mientras se despegaba a los manotazos las hilachas que había arrastrado al abrir una tranquera.

-¡Y si! ¡Será que se viene la lluvia!-

-¿Cómo la lluvia? ¿Nunca le contaron de donde salen?-

-¡Sí! ¡Como no! Son telas de araña nomás-…

Guzmán largó la carcajada y me dijo medio en broma –Se ve que lo carcome la inorancia dotor ¿Quiere que le cuente?-

-¡Y metalé Guzmán!- Le dije mientras empezaba a operar una vaca con cáncer de ojo.

-¡El asunto es así! Arrancó -Yo lo se porque me lo contó mi abuelo cuando era chico. El viejo era un indio de allá, de Corrientes, que sabía mucho de estas cosas. Parece que la gente y los animales van largando ideas al viento todo el tiempo. Las ideas buenas no se ven ni se tocan, pero las malas van germinando y formando bolitas muy chiquitas de color blanco. Como lo malo busca lo malo, esas bolitas se van pegando y pegando, hasta que, de vez en cuando hay tantas amontonadas, que Don Viento no aguanta mas el ver tantas maldades juntas y las empieza a desparramar por todos lados para hacer limpieza-

-¿Así que las babas del diablo son los malos pensamientos de la gente y de los animales que vuelan todos pegados?-

-¡Claro! Por eso se llaman así ¡Además! Si le llega a entrar alguna en los oídos, en la boca o en los ojos sonó… seguro que va a pensar macanas por un tiempo largo-

Mientras me ayudaba a operar, Juan me miró de pronto y dijo en voz baja: ¡Ahí tenés una debajo de la boina, cuidado a ver si te entra en la oreja y te ataca el cerebro!

Me di vuelta con ganas de risa, pero preferí sacarme la pegajosa, por las dudas, y seguí operando mientras pensaba: -Si acá en el campo aparecen cada dos o tres meses, lo que será en otros lugares donde pareciera que los malos pensamientos han echado raíces ¡Deben estar tapados de Babas del Diablo!-

jueves, 17 de mayo de 2012

Triste final


¡Otra vez! Pensó la vieja vaca careta.
Allá andaba Ramón, el encargado, en su caballito gateado overo, con sus perros malos detrás, encerrando el lote de vacas y vaquillonas. Era el día del tacto y el sangrado anual para diagnóstico de brucelosis.
Los perros corrían afanosos ladrando y mordiendo a las remolonas. Nuestra protagonista se ligó una tremenda dentellada en el garrón izquierdo, solo por ser vieja y no poder trotar a la par de las otras. Llegaron a la manga.
-¡Ahí anda Spinelli!- Dijo una. Se dieron vuelta para mirarlo. Los últimos años se habían acostumbrado a su inspección rápida y con poca molestia. Empezaron a desfilar. Alrededor de las diez de la mañana entró la vaca vieja.
-¡Acá voy de nuevo!- Pensó, mientras el cepo le apretaba el cogote. Le dolía el mordisco en la pata, pero ya estaba acostumbrada a esas cosas.
-¡Vacía!- Cantó Spinelli -¡Esperen que le corto la cola!-
-¡Como si no supiera yo que no estoy esperando un ternero! Este verano no se me acercó ningún toro. Debe ser porque estoy fea nomás- Razonaba la rumiante
-¡Y vieja!- gritó Juan después de mirarle los dientes. Pero cuando nuestra vaca estaba por salir se oyó: -¡No la larguen que le corto la oreja!- El del cepo volvió a cerrarlo con fuerza y algo así como electricidad recorrió el cuerpo de la pobre, y por si fuera poco, sintió el frío del cuchillo cuando le rebanó la punta de la oreja derecha.
-¡Listo!- Dijo Juan. Ramón abrió el cepo pero ya la vaca no pudo caminar y se largó con la fuerza de las patas traseras hacia adelante, mostrando claramente que tenía una fractura total sobre la mano derecha, a la altura de la escápula. Quedó caída sin remedio en el corral de la manga.
A mediodía, mientras la gente comía la carne asada al costado de la manga, el dueño llamó un carnicero de Balcarce, que apareció un rato después con dos ayudantes. Hicieron negocio mientras la vaca escuchaba muy atenta el precio, casi de risa, que el matarife le ponía en ese instante.
-¡No valgo nada!- Pensó -Con todos los terneros que le di a este hombre, ahora me negocia por menos de quince kilos de carne en el mostrador ¡Vida triste la de la vaca!-
Enseguida el carnicero se acercó a la vaca con una cuchilla enorme mientras el resto de la gente miraba.
-¿Qué estará por hacer?- Pensó la pobre diabla. Y casi ni sintió el acero que le entró entre las dos primeras costillas, haciendo explotar un gran borbotón de sangre. Antes que diera las últimas patadas, el tipo empezó a cuerearla por la cabeza, y enseguida se la apartó del cuerpo y la tiró a un costado.
La vaca todavía tenía los ojos bien abiertos y miraba todo con calma y resignación. Nada le dolía. Solo sentía una dulce tranquilidad. Alcanzó a ver como partían su cuerpo en seis pedazos y lo  cargaban en la camioneta mientras el resto de la gente, aburrida con el asunto, seguía revisando a las chicas como si nada pasara.
De a poco se le apagó la luz y se fue sin una queja.

martes, 15 de mayo de 2012

Amaneciendo



Crucé el jardín que separa la casa de la veterinaria antes de las 5 de la mañana. Estaba muy oscuro porque la luna apenas creciente no daba ninguna luz a la noche. Una helada machaza había congelado los pastos que crujían al pisarlos y el aliento se me iba en una columna de vapor.
Mi perro Protón me saludó contento y se estiró voluntarioso esperando alguna caricia al pasar.
Preparé los tubos para el sangrado, las cosas que iba a usar en el tacto de las vacas y la revisación de los toros, y armé el equipo de mate. Cargué la camioneta, y a las 5 y media, salí de viaje para Claraz, feliz y contento. Se venía otro día de trabajo fuerte y seguramente sol pleno, en el campo de los Leguizamón. En el pueblo todavía dormido, lleno de silencio, solo vi dos o tres conocidos madrugadores preparándose para arrancar.
Cuando pasaba por la localidad de Juan N. Fernandez, el sol despuntó sobre el horizonte que blanqueaba y las últimas estrellas se escondieron despacito, mientras desde Radio Necochea, Federico Cañada seguía promocionando las domas y pruebas de rienda de la zona en su programa “Mañanitas Camperas”.
Otro lindo amanecer en el campo.

lunes, 7 de mayo de 2012

Un buen desafío


Uno tiene siempre la invencible tentación de contar las grandes batallas ganadas. No puedo ser la excepción en este caso.
Llegué al campo de Héctor López a primera hora de la tarde a revisar un novillo que, según él, estaba “hinchado”. Era un animal de la raza Holando Argentino, de alrededor de 300 kg, que efectivamente tenía una curiosa deformación en forma de pera en la parte baja de la panza. En cuanto lo hicimos caminar en el corral, se pudo oír bien claro un ruido de chapoteo. Como de líquido libre en el abdomen. Sospechando lo que pasaba, lo agarramos en la manga y le realicé una punción ¡Salía orina!
Suele pasar que los novillos padezcan problemas de litiasis uretral. Los cálculos, más o menos grandes, van obstruyendo la luz de la uretra haciendo cada vez más difícil la micción, hasta que la tapan completamente. La vejiga se distiende cada vez más con el líquido, hasta que finalmente explota.
El asunto era que podía hacer yo en ese momento. Pensé un rato y después me decidí. Hablé con López y parte de la familia, los que comprendiendo la gravedad del problema, me dejaron libre para hacer lo que me pareciera mejor. Primero inmovilizamos el animal en el suelo y haciendo una incisión en el abdomen de unos veinte centímetros paralela a la línea media, pude evacuar casi cincuenta litros de orina libre. Después metí ambas manos en la panza y, comprobé que la vejiga tenía un desgarro de unos diez centímetros. A tientas, ya que el órgano estaba dentro de la cavidad pelviana y no lo podía exteriorizar, lo suturé lo mejor que pude. Luego cerré la pared abdominal y la piel. El primer paso estaba dado. Ahora había que lograr que el animal obstruido pudiera orinar al exterior para que el problema no se volviera a repetir. Entonces descubrí el pene a la altura del periné haciendo otro corte, separé la uretra y después la suturé a la piel por debajo del ano.
Fue una enorme operación y quedaba por ver como resultaba. Lo seguí unos cuantos días con la esperanza de que anduviera bien. Y tan bien anduvo, que se vendió al año siguiente con más de 500 kilos de peso y llamando siempre la atención de todos por orinar como hembra siendo macho ¡Fue muy gratificante ganar esa pelea! ¡Que cada competidor tiene sus propios desafíos!

sábado, 5 de mayo de 2012

Alfredo el expropiado

Algo me quería decir. Ya lo estoy conociendo a Román. Cuando entro a la cocina a preparar el mate y en lugar de saltar de un palo a otro y revolear las alitas, se queda quieto y me mira fijo, seguro que anda con algún tema atragantado.


-¡Buen día macho!- Lo saludé bravamente y prendí el fuego para calentar el agua.

-¡Ja!- Me contestó -¡Miren al tipo! Se pone a preparar el mate como si nada pasara-

-¡Mirá Román! Son las 5 y media de la mañana. No empieces con tus cosas ¿Qué te está pasando?-

-¿No sabés lo que le pasó al gorrión Alfredo?-

-¿Vos estás loco?- Lo increpé -¿Qué se yo quien es el gorrión Alfredo?-

-Te voy a contar. Vas a ver que te va a poner mal. Resulta que hace un tiempo, Miguel el hornero tuvo que dejar la casita que había armado con tanto tiempo y esfuerzo. Al pobre lo engañaron y le prometieron otro nido mejor y que se yo cuantas cosas mas. El nido vacante lo querían ocupar el gorrión Alfredo y el tordo Marcos. La cuestión la definió la sabia lechuza y le otorgó la casita al primero, que tenía una enorme familia, a cambio de que la habitara y la mantuviera en orden ¿Me seguís?- Dijo de pronto Román, demostrando que se copia los dichos de algunos personajes que oye en la radio.

-¡Sí! ¡Te sigo!- Contesté divertido –Pero no veo lo malo del asunto-

-¡Bueno! La cosa es que ahora, a una lechuza pichona se le antojó que el nido volviera a ser del hornero, los borró a Alfredito y su familia, y además, se mandó algunos discursos fatales, diciendo que las ideas de las lechuzas pueden cambiar cuando se les de la gana o la conveniencia-

-¡La verdad es que eso no suena bien! Pero seguro que al gorrión Alfredo le han dado algo tan valioso como lo que le quitaron, porque al fin y al cabo, el no habría hecho ese nido, pero tampoco lo había usurpado-

-¡Que le van a dar! Lo echaron de su casa a patadas en el culito emplumado, no le dieron nada, y encima dicen que el le debe plata a la lechuza por el daño al medio ambiente que ocasionan las cagaditas que quedaron alrededor del domicilio del famoso nido ¿Qué te parece?-

-Me parece que los pájaros se están pareciendo mucho a los humanos ¡Pobres emplumados! ¡La verdad es que da un poco de bronca!-

-¿Viste? ¿Qué te dije?-



viernes, 4 de mayo de 2012

Ser cumplidor


Una de las cosas que resalto en cualquier persona es el cumplimiento de la palabra. Me gusta el que me dice: -Te paso a buscar a las 6 de la mañana- Y a las 5.58 hs está en la puerta de casa. O el que asegura que el martes tendrá listo el trabajo y ese día tiene todo terminado para llevar. Yo soy así. Y la mayoría de los que trato en la zona lo son. Es bueno tener certezas y poder darlas.
Por eso, hoy me dio tanta bronca cuando hable con el encargado de un campo grande.
Hace tres semanas habíamos acordado que el viernes 4, a las 7 de la mañana, estaría allá para hacer el tacto a unas 300 vacas. Llegué a la tranquera del fondo a las 6.45 hs y me la encontré cerrada con candado. Lo llamé por teléfono.
-¡Hola Perez!-
-¿Cómo anda Spinelli?-
-¡Acá estoy! En la tranquera esperando que me abran. ¿O te olvidaste del trabajo?-
Después de un segundo de duda me dice:
-¡Ah! Como usted no me avisó nada pensé que no se hacía, además ahora tengo que salir de urgencia para Lobería-
-¡Pero hace tres semanas que acordamos que la cosa era hoy!-
-¡Se ve que no le entendí Spinelli! ¡Qué macana! ¿Y si lo hacemos el lunes?-
-¡Está bien! Lo hacemos el lunes-
Me volví para San Manuel con mucha bronca. Estas cosas no tienen que pasar y menos si son por estupidez y no por fuerza mayor.


miércoles, 2 de mayo de 2012

Algo notable



La veterinaria es una profesión a la que no le encuentro parecido con nada. Uno vive al aire libre. En el campo. Siente los fríos y los calores y va amoldando el cuerpo a ellos. Hace fuerza permanentemente y ejercita hasta el último musculo de su osamenta. Corre, se mueve y salta en mangas y corrales. Y todo esto dura horas y horas de trabajo. Y transpira, y canta, y charla de mil cosas, y se ríe casi siempre con los mismos temas que ocupan al sector masculino.
Al estar en un pueblo, se llega al lugar de trabajo en poco rato y sin tránsito en las callecitas de tierra. Solo algún camión que nos detiene atrás de una pared de tierra voladora en época de cosecha, o alguna máquina que busca el momento para dejarnos pasar en cuanto el sendero se ensancha.
Se come carne muy seguido, verduras de la zona y de estación, mucha fruta del montón de árboles que se encuentra por el campo, y algunas perdices cazadas al vuelo o bagres del arroyo bien hechos en milanesa. Y en estos días empiezan las carneadas de chanchos así que empezarán a llegar los chorizos y salamines que alegran las nochecitas de invierno acompañados por buen vino tinto.
Además estamos obligados a leer todo el tiempo, a redactar informes, a estudiar casos difíciles y a pensar con intención, que sería concentrarse en un punto y tratar de verle todos los costados sin distraerse. Porque hay que decirlo. El clínico y cirujano de grandes y pequeños animales, debe hacer un notable esfuerzo intelectual si quiere desempeñar su tarea con honor.
Se madruga fuerte. En verano cuatro y media, o cinco de la mañana, y en invierno las seis, son los horarios más habituales, siempre y cuando uno no tenga que hacer algún trabajo en un tambo, que empieza el ordeño a las tres de la mañana. Así que vemos salir el sol casi todos los días y se nos llenan los pulmones del aire fresco del amanecer.
¿Qué más se puede pedir?

martes, 1 de mayo de 2012

Entre mate y mate


Un patio separa mi casa del edificio de la veterinaria. Hace unos días me senté a tomar mate debajo de un cedro, y miraba la enorme antena de treinta metros pegada a la pared del fondo del local.
La pusimos para tener comunicación radial entre el negocio y la camioneta. Hace solo 14 años, era lo más moderno. Parecía increíble poder hablar a cada rato con mi empleado, o conseguir auxilio sin tener que caminar, las veces que me encajaba en algún pantano parido por un temporal.
Hoy no se usa más. En este poco tiempo, todo ese equipo de comunicación es una antigüedad. Apareció la telefonía celular y barrió con todo. Ahora salimos al campo en esta zona quebrada de sierras y cuando ocasionalmente perdemos la señal del teléfono celular, ya nos preocupamos.
Y cuando iba por el quinto mate, y mezclando todo, seguí pensando que los cambios han sido tan vertiginosos que es un milagro que el ser humano no haya perdido la cordura completamente. Que cada vez es más difícil sostener los principios básicos para la convivencia en sociedad. Que los pibes de la nueva generación argentina reciben tanta información cruzada y contradictoria, sumado a que los padres hemos perdido el rumbo y las ganas de ser el ejemplo para ellos, que el futuro será muy distinto a lo que conocimos antes y vemos hoy.
Me parece muy difícil que salga un tipo útil a la sociedad sin haber aprendido que el esfuerzo físico e intelectual son parte esencial de cualquier trabajo, sin que sepa que el respeto a la ley, a las instituciones y a las autoridades son claves, viendo enriquecerse a gente que solo tuvo habilidad para robar sin que lo castiguen, y sin tantos valores que nos parecen imprescindibles.
Digo que me parece difícil, pero seguramente la humanidad logrará dar ese salto como lo ha hecho tantas veces antes… ¡O no!     

Lo que se viene

  Me pasa muy seguido de querer ponerme a escribir notas, artículos técnicos o relatos, tal como hago desde hace muchos años, y encontrarme ...