jueves, 2 de marzo de 2017

Un caso triste

En plena cesárea

El ternerito deforme

La vaca de velorio

La enorme vaca Holando Argentino estaba llena de ilusiones con su futuro ternero. Había sido ganadora del premio “Vaca del año” en la Exposición de Córdoba, y apenas llegada al campo con su cucarda a cuestas, se la inseminó con semen de un excelente toro americano. Soñaba con tener un hijo Campeón en Palermo, y todo estaba dado para que su cría se destacara dentro de la raza.
Pero la cosa se complicó. El día del parto, Arturo Ordoñez la encontró haciendo pujos sin poder largar su cría. A la pobre se le caían las lágrimas porque sabía que cada minuto que pasaba era menos esperanza de que su bebé naciera vivo. Ordoñez es muy baqueano en esto de atender partos y en cuanto le metió la mano supo que el asunto era para cesárea. Me llamó desde el corral mismo donde la tenía encerrada y en un rato llegamos con Juan.
La vaca balaba tristemente pidiendo que nos apuráramos para cortarla. Por fin pudimos sacar el ternero. Pero eran todas malas noticias. No solo salió muerto, sino que tenía una rara malformación que lo hacía lucir como dos medio animalitos pegados entre sí. Una porción delantera relativamente normal y los cuartos traseros pequeños y deformes.
-¿Y? ¿Cómo está doctor?- Preguntó ansiosa la mamá -¿Vive?-
Lo cierto es que no tuve coraje para contarle la verdad, así que me hice el sordo y me fui para la camioneta con todos mis bártulos.
Al rato la largaron, y en cuanto se paró, se acercó a su cría muerta ¡Pobre vaca! Lo estuvo mirando un rato largo, como velándolo.


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